El lobby del Castillo de Chapultepec

El lobby del Castillo de Chapultepec, de autoría múltiple, cambiante e indefinida, es la primera obra de arte de la integración administrativa.1

Esta obra es un ejercicio de imaginación institucional producto de las investigaciones prácticas de algunos colectivos y artistas relacionados con la comunidad local. Se compone de agua, apagadores, Ballet Parking, bancos, un bote para las propinas, botes de basura, burro, caballitos, café, una cafetera, un calendario, cenefas, ceniceros, cervezas, cojines, coladeras, contactos, una contrabarra, un cuaderno de quejas y sugerencias, un dibujo, destapadores, Electromezcal, una escalera, un espejo, un extintor de incendios, un fantasma, flores, haire, una hielera, internet, una invitación, un letrero luminoso, una llave de nariz, losetas, luminarias, un mapa, una mezcladora, murales, un nicho, pantallas, un periódico mural, mosaicos, un mostrador, murales, percheros, un pintura, el piso, una placa, portavasos, una postal, una puerta, recepcionistas, un recuerdo, registros, un reloj, repisas, un retablo, un retrato, una rocola, señalética de emergencia, Su servilleta, tazas, un timbre, una traducción, un tubo de pole dance, uniformes, vasos, ventanas, un zoclo, etcétera, todo cambiando y en sincronía.

El lobby del Castillo de Chapultepec existe porque, después de 70 años, el Museo Experimental El Eco sigue sin funcionar como bar.

Footnotes

  1. El muralismo buscaba una integración plástica de la obra de arte a través de la colaboración entre la arquitectura, la escultura y la pintura siguiendo una lógica modernista que contemplaba únicamente los elementos tradicionalmente considerados “arquitectónicos” (como los muros, pisos y techos). En cambio, la integración administrativa busca expandir este universo de elementos para concebir todo lo que sucede en un espacio determinado como una sola obra de arte, de tal manera que la persona que está tomando café y la recepcionista, la cerveza, el portavaso, el mural, la iluminación, el celular, la cuenta, la mosca, el contacto, el reloj y el sonido, etcétera –lo que los autores pueden controlar y lo que no– son parte de la obra de arte en ese momento.

El Castillo de Chapultepec